MONÓLOGO DE UN ESCOLAR
Hola me
llamo Sheryl y soy una niña de 11 años que va al colegio. El "cole", para quien tenga la suerte de no saber lo que es, yo os lo voy a
contar: es un trabajo que tenemos que hacer los niños y niñas desde septiembre a junio, de nueve de la mañana a dos de la tarde, con
vacaciones, sí, pero ¿de cobrar?... Ni un céntimo, y eso que
incluso tenemos que llevarnos trabajo a casa. Seguro que los
profesores se pasan el tiempo maquinando lo que nos van a poner. ¡Y
luego se quejan los mayores!
Nosotros los niños sí que
trabajamos. ¿Que no? A ver, los mayores, los fines de
semana, los dedican a descansar, pero... ¿Y nosotros?. Los
niños no. ¿Por qué? Porque la "seño", encima nos manda todos los
fines de semana un trabajo extra.¡Como si no tuviéramos
algo mejor que hacer!
El otro día dijo:
- Escribe un
monólogo.
- Un mono qué...?, ¿Esa palabra existe?.
¡La
he tenido que buscar hasta en el diccionario! ¿Pero para
qué lo tengo que escribir si yo hablo sola cuando quiero?. ¿Pero es
que no sabe la seño que los fines de semana son para
descansar?
-Sí, sí, os da tiempo -dice ella con una
sonrisa.
-¡Y un jamón!.
Diez ejercicios de
mates, seis de Lengua, cinco de "Cono", control de Inglés, repasar las
tablas, Ortografía, estudiar "Cono", los verbos, los mapas, el mural
para el punto extra.... claro que sí... nos sobra tiempo, ¡será
de las ocho horas de dormir!
Por favor, que cuando
vamos a clase llevo mas de cuarenta y cinco kilos en la mochila y mi
padre cuando trabaja solo lleva una tortilla en el tuperware.
Así
que propongo que los niños y niñas coticemos desde los tres años. Y
que quede prohibido mandar deberes los fines de semana, fiestas y
vacaciones.
AUTORA: SHERIFAT OLAKUNLE RUIZ,6ºB
LA COMPRA
Un día cuando
estaba feliz en mi casa, mi madre me levanta, me manda a comprar. Cuando llego al Mercadona y lo cojo "toooo" voy a la cola; llego y me quedo
más diez minutos porque hay un señor delante que se ha llevado
media tienda y cuando por fin me toca, me acuerdo de que se me
olvidaba el pan.
Lo cojo y llego a la fila, a
esperar otros diez minutos más ¡Ay qué asco con lo tranquilito que
estaba yo en mi casa! Entonces me doy cuenta de que se me ha olvidado
la cartera. Subo y mi madre me pregunta:
- ¿Y la
compra?
Y le digo: "Se me olvidó el dinero"
Vuelvo a bajar
y el pan se rompe, cojo otro pan y vuelvo a la cola, otros diez
minutos, cuando voy "pa" mi casa no está mi madre y me
quedo en la puerta esperándola. Cuando
llega, venía llorando y me dice que estaba preocupada porque
yo había tardado mucho y no me encontraba y va y me castiga por
tardar, ¡encima de que hago la compra me castigan!.
JONATHAN MARTÍN
PAEZ, 6º B
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